miércoles, 24 de agosto de 2016

La Lusitania romana

Surge la Lusitania como nueva provincia romana a partir del año 25 a. C. cuando el emperador Octavio Augusto, una vez concluidas las Guerras Cántabras, llevó adelante un programa para reorganizar el territorio hispánico.

La Lusitania se desgaja de la entidad territorial conocida hasta entonces como Hispania Ulterior y abarca el territorio ocupado por pueblos prerromanos como los celtas del sur, los propios lusitanos y los vetones. Comprende gran parte de la actual Portugal, excluyendo sus territorios más al norte, Extremadura, la provincia de Salamanca y parte de la de Ávila.

Se establecieron 5 colonias de ciudadanos romanos dentro de la Lusitania, como forma de controlar a la población y de proteger los intereses de los ciudadanos romanos:
  • 4 de ellas en ciudades ya existentes: Scalabis (Santarém), Metellinum (Medellín), Norba (Cáceres) y Pax Iulia (Beja).
  • Una nueva, Augusta Emerita (Mérida), que se configurará como capital de la provincia (y que siglos después, con la reforma administrativa emprendida por Diocleciano adquirirá la condición de capital efectiva de la Península Ibérica).

La base de la economía lusitana está constituida por la explotación de sus recursos agropecuarios y marinos.
En el ámbito ganadero destacan sus caballos, que adquirirán gran prestigio en todo el Imperio.
En los estuarios de los ríos Tajo y Sado se desarrolla una industria de salazones que produce diversos preparados a partir de los recursos procedentes de la pesca (como conservas y salsas de pescado).
Tienen también gran importancia las actividades extractivas llevadas a cabo en las canteras de mármol de Estremoz o las minas de cobre de Aljustrel.

Entre las más de 200 piezas de gran significado histórico-arqueológico que pueden verse en la exposición sobre la Lusitania romana que ha organizado el Museo Arqueológico Nacional, destacan las siguientes:
  • Una estatua de un guerrero galaico, procedente de Outeiro Losenho, cerca de Vila Real, conservado en el Museo Nacional de Arqueología de Lisboa, que muestra las armas típicas de los guerreros lusitanos, el puñal y el escudo (caetra), así como los atributos honoríficos, el collar (torques) y los brazaletes (viriae).
  • El Mosaico de las Musas, procedente de la villa romana de Torre de Palma, en Monforte, próxima a Portalegre, que se conserva en el Museo Nacional de Arqueología de Lisboa. Representa las 9 musas y formaba parte del pavimento del comedor y de la sala de estar (o triclinium).
  • Una reproducción del Disco de Teodosio, hecho en plata por lo que se refiere al original, que fue encontrado en los alrededores de Almendralejo y se conserva en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida.
  • El Sarcófago de las Estaciones, encontrado en el Monte de Azinheira, cerca de Évora, y conservado en el Museo Nacional de Soares dos Reis (Oporto).


Disco de Teodosio


Sarcófago de las Estaciones

viernes, 7 de agosto de 2015

Luisa Fernanda

Es Luisa Fernanda una comedia lírica en tres actos, con música compuesta por Federico Moreno Torroba y libreto escrito por Federico Romero Sarachaga y Guillermo Fernández-Shaw Iturralde. Fue estrenada en 1932 en el Teatro Calderón de Madrid.
 
 
 
 
La acción se inicia en Madrid, en los días previos a la revolución que destronó a la reina Isabel II, en una posada o casa de huéspedes de la plazuela de San Javier, regentada por doña Mariana, en la que se alojan don Florito y su hija, Luisa Fernanda, cuyo amor se disputan Javier, un coronel del Ejército, y Vidal, un rico hacendado extremeño.
El segundo acto se desarrolla en el marco festivo de la verbena de San Antonio de la Florida.
En el último acto, una vez que ha triunfado la revolución de 1868, que supuso el destronamiento de Isabel II, se traslada a La Frondosa, la dehesa de la provincia de Cáceres en la que Vidal tiene una casa.

 
 
 
Varias de las piezas de esta zarzuela son archiconocidas, como la habanera El soldadito (primer acto), la romanza De este apacible rincón de Madrid (primer acto), el dúo Caballero de alto plumero (primer acto), la Mazurca de las sombrillas (segundo acto), el dúo Para comprar a un hombre (segundo acto) o la romanza Por el amor de la mujer que adoro (segundo acto).

Libreto de Luisa Fernanda
 

viernes, 7 de noviembre de 2014

Derrida y su apoyo a los intelectuales checoslovacos perseguidos

El filósofo francés Jacques Derrida (1930-2004) fundó una asociación de apoyo a los escritores e intelectuales checoslovacos que, tras el aplastamiento de la Primavera de Praga, sufrieron persecución a manos del régimen comunista.
Durante un seminario clandestino en Praga, Derrida sería detenido por la policía, acusado de falsa posesión de drogas y encarcelado.


 
 
El escándalo que se desató en Occidente, a raíz de la detención de Derrida, fue mayúsculo y de inmediato comenzaron a recogerse firmas para exigir su libertad. Incluso el propio Mitterrand intervino en su favor. Finalmente Derrida sería liberado, aunque expulsado de Checoslovaquia, y retornaría a París casi como una gloria mediática.


domingo, 26 de octubre de 2014

La máquina de calcular de Leibniz

El filósofo y científico alemán Gottfried Leibniz, nacido en 1646 en Leipzig y fallecido en 1716 en Hannover, fue un personaje hiperactivo, que se interesó e influyó en prácticamente todas las ramas del saber, desde la teología a las matemáticas, pasando por el Derecho, la historia, la lingüística o la física.


Su máquina de calcular


En matemáticas destacó, como Newton, por sus aportaciones al cálculo infinitesimal (diferencial e integral). Además descubrió el sistema binario, en el que se basan las computadoras, por lo que se le podría considerar, con total merecimiento, un precursor de la informática moderna. Basándose en el sistema binario, inventó también una avanzada máquina de calcular que mejoraba la de Pascal y era capaz de efectuar las cuatro operaciones aritméticas (sumar, restar, multiplicar y dividir).

Hannah Arendt y la banalidad del mal

En un bosque junto al río Hudson, al norte de Nueva York, en realidad un pequeño cementerio que pertenece a la Universidad de Bard, se halla enterrada Hannah Arendt (Hannover, 1906 - Nueva York, 1975).
Nacida en el seno de una familia judía, estudió filosofía en Marburgo, donde tuvo como profesor, entre otros, a Heidegger, con el que mantendría una relación secreta durante años.
Fue Hannah Arendt una pensadora de gran valentía, con reflexiones muy complejas, a la que le tocó, como a tantos, vivir una época convulsa, dos guerras mundiales y el horror de los campos de exterminio. Sus experiencias personales influyeron decisivamente en su discurso filosófico y político, presidido por las ideas de libertad y justicia, y condicionaron completamente su vida, marcada por su lucha contra el totalitarismo y por el exilio.
 
 
 
 
Su lucha contra el totalitarismo
Criticó desde un primer momento la pasividad e incluso el entusiasmo de algunos intelectuales alemanes hacia el régimen nacionalsocialista y defendió, por el contrario, la lucha activa contra él.
En 1933, tras permanecer detenida durante una semana por la Gestapo, abandonó Berlín junto a Günther Stern, por entonces su marido, y se estableció en París, escapando de los nazis como otros muchos intelectuales.
En 1937 el régimen nacionalsocialista le retiró la nacionalidad alemana, convirtiéndose en apátrida hasta que en 1951 pudo adoptar la nacionalidad estadounidense.
En su obra Los orígenes del totalitarismo (1951) considera totalitarismos al nazismo y al estalinismo, y llama a rebelarse contra el ejercicio arbitrario del poder, que despoja a los ciudadanos de su identidad, de sus derechos y de la protección que deberían otorgarles las leyes.


 
 
Una vida marcada por el exilio
Como muchos alemanes de origen judío fue víctima del exilio.
Tras huir de Berlín en 1933, fue dando tumbos por una Europa que paulatinamente se rendía ante el avance nazi.
En 1940 fue deportada y enviada por el régimen de Vichy a un campo de internamiento. Al año siguiente conseguiría escapar, abandonando la Francia ocupada para buscar refugio en los Estados Unidos.
 
El nazismo y la banalidad del mal
En 1961 asistió en Jerusalén, como reportera del periódico The New Yorker, al proceso contra el nazi Adolf Eichmann, un miembro de las SS que colaboró en las deportaciones masivas de judíos a los campos de concentración.
En su Informe sobre la banalidad del mal analizó la personalidad de Eichmann y de muchos como él, ciudadanos normales, que colaboraron con el régimen nazi sin cuestionarse en ningún momento la moralidad de sus actuaciones. Pese a que, según ella, no pretendía hacer filosofía moral, tan solo interpretar unos hechos, algunas de sus conclusiones desataron la polémica.
A su juicio, en el nazismo se produjo una inversión completa del sistema jurídico, de manera que la tortura y los asesinatos en masa se convirtieron en la norma.
Lo que más le sobrecoge del Holocausto es la ausencia de remordimientos en los autores y los motivos aparentemente banales y superficiales con que los agentes del régimen justificaban sus actuaciones, en concreto su obediencia ciega a las órdenes recibidas desde arriba y su escrupuloso cumplimiento del deber. Estaba convencida de que Eichmann no era un fanático. No le impulsaba el odio a los judíos, ni una motivación maligna. Actuó como actuó sencillamente porque así lo exigía el sistema. Y lo mismo pasó con tantos otros que se limitaron a ejercer su papel dentro de la brutal maquinaria nazi. No eran monstruos, ni estaban locos. Eran gente del montón, que no había desarrollado o había perdido su capacidad de pensar y de reflexionar de modo crítico.
Su defensa de la responsabilidad individual frente a la hipócrita culpabilización colectiva le granjeó muchas críticas. Donde todos son culpables, no lo es nadie, sentenció.

 

 
Defensora de la justicia
Quiso también tomar partido por otras causas, mostrando la independencia intelectual que siempre la caracterizó. Se pronunció, por ejemplo, contra la discriminación racial en Estados Unidos y condenó en numerosas ocasiones la Guerra del Vietnam y la política del Pentágono.
 
Postura frente al marxismo
Nunca se vio como una marxista, si bien reconocía en Marx valor y sentido de justicia.
Sin embargo, rechazaba lo que para ella era la mentira del comunismo y defendía que las ideologías no tienen valor si no sirven para crear un Estado que consagre la libertad política y los derechos jurídicos.
La libertad siempre es mucho más importante que el socialismo o el capitalismo, opinaba.
 
Admiración por Rosa Luxemburgo
Escribió también una biografía sobre la revolucionaria judío-alemana, marxista no ortodoxa en muchos aspectos.
Admiraba su lucha por la libertad y su compromiso por una democracia sin límites, lo que le procuró la enemistad de muchos.
 
En 2012 la cineasta alemana Margarethe von Trotta dirigió una película que da un repaso a la vida de Hannah Arendt, a la que encarna la actriz Barbara Sukowa.

 
 
Artículos
El malentendido sobre Hannah Arendt (Artículo publicado en El País en agosto de 2013)

lunes, 1 de septiembre de 2014

Humor bajo el comunismo

En las dictaduras no está bien visto hacer bromas de según qué cosa. Hay que andarse con pies de plomo. Que se lo pregunten al eslovaco Jan Kalina, que durante la Primavera de Praga mandó imprimir el libro 1001 chistes, concebido como un estudio del humor bajo el comunismo.




Cuando el libro salió por fin a la calle, al año siguiente, los carros de combate soviéticos pululaban por las calles de Praga, dando carpetazo al periodo de aperturismo impulsado por Alexander Dubcek. La tirada de 25.000 ejemplares se agotó en apenas dos semanas. Sólo entonces la burocracia prosoviética reaccionó y comenzó a investigar a Kalina, el autor. Llenaron su casa de micrófonos y a través de las escuchas practicadas encontraron indicios para detenerle. Tres años después sería juzgado. El juez le aseguró durante el juicio, en el que fue condenado a dos años de prisión, que la colocación de los micrófonos había sido obra de los servicios secretos occidentales. Sin pestañear, Kalina respondió lo siguiente: Qué chiste más bueno. Es una pena que no esté en mi libro.
En la sentencia se condena a Kalina por publicar un libro satírico que insulta con crudeza al Estado y a la sociedad de la república checoslovaca y a su solidaridad con la Unión Soviética.

domingo, 17 de agosto de 2014

El ojo del siglo XX

Al francés Henri Cartier-Bresson (1908-2004) se le considera uno de los fotógrafos más influyentes del siglo XX.
Paralelamente a su actividad como fotógrafo profesional cultivó otras disciplinas artísticas como el dibujo, la pintura o el cine.
Se formó como pintor en la academia de André Lothe, que influiría en su posterior trabajo como fotógrafo en el gusto por las composiciones geométricas.




En su trayectoria como fotógrafo se pueden distinguir tres periodos principales:

  • El primer periodo, que se extiende aproximadamente de 1926 a 1935, se caracteriza por la fuerte influencia de los principios del surrealismo.
  • El segundo periodo, que iría de 1936 a 1946, se halla marcado por su compromiso político como militante comunista, su trabajo para la prensa comunista y su experiencia en el cine.
  • El tercer periodo, que va desde 1947 hasta su retirada profesional en 1970, está consagrado a la realización de multitud de viajes por todo el mundo y de fotorreportajes para casi todas las grandes revistas ilustradas internacionales (Life, Der Stern, Época, Picture Post, Paris Match, etc.).

En sus últimos años de vida seguirá realizando con su Leica, de la que nunca se apartará, multitud de fotografías por afición, pero también retomará el dibujo y la pintura, y participará en numerosas publicaciones y exposiciones.

El surrealismo
A partir de 1926 comienza a trabajar como fotógrafo y sus primeros reportajes para la prensa se publican en la revista Vu.
Entró en contacto con los surrealistas, en especial con André Breton, Max Ernst y Salvador Dalí, cuyas ideas le influirán profundamente hasta el punto de que se le conoce como el fotógrafo del surrealismo.
Realiza sus primeros grandes viajes por Europa, África y América, siempre con la cámara a mano para fotografiar todo lo que encuentra.
Progresivamente se irá apartando de los sueños oníricos de los surrealistas e irá dando paso en su fotografía a las preocupaciones de tipo social, mostrando aquellos aspectos de la sociedad que desde el poder se quiere ocultar y retratando a mendigos, prostitutas, marginados, etc. Otras veces su objetivo será la gente sencilla y tratará simplemente de captar sus emociones.


En una ciudad francesa


En Madrid


El compromiso político
Durante el gobierno del Frente Popular en Francia, encabezado entre otros por el socialista Léon Blum, comienza a trabajar para la prensa comunista, principalmente el diario Ce Soir o el semanario Regards, con la que simpatiza en lo ideológico. Realiza, por ejemplo, un reportaje sobre cómo disfrutan los franceses de sus vacaciones tras instaurarse por ley las dos semanas de vacaciones pagadas para todos los trabajadores asalariados.
Colabora con el cineasta Jean Renoir como ayudante y actor, participando en el rodaje de las películas La vida es nuestra (1936), Una partida de campo (1936) y La regla del juego (1939).
Realiza tres documentales sobre la guerra civil española, Victoria de la vida (1937), Con la brigada Lincoln en España (1937) y España vivirá (1938), con el objetivo de recabar la ayuda internacional para el gobierno republicano
En mayo y junio de 1945 se traslada a Francia para rodar el documental Le retour, que trata del regreso a casa de los deportados y prisioneros de guerra, tras ser liberados los campos de concentración en que se habían sido confinados por los nazis.

El fotorreportaje
Con Robert Capa y otros colegas funda la cooperativa Magnum Fotos, se hace reportero y viaja por todo el mundo, viviendo en persona los principales acontecimientos de la guerra fría y realizando fotorreportajes para las grandes revistas.
A principios de 1948 viaja a la India, de la que tan solo hace unos meses se ha separado Pakistán. El 30 de enero se entrevista con Gandhi apenas unas horas antes de que sea asesinado por un fundamentalista hindú. Las fotos que toma durante el funeral del Mahatma se publicarán en la revista Life y darán la vuelta al mundo.
A finales de 1948 Life lo envía a Pekín en el momento en que el Ejército Popular de Liberación, dirigido por Mao Zedong, está a punto de derrocar al gobierno nacionalista de Chiang Kai-shek e implantar un régimen comunista.
En 1954 obtiene un visado para viajar a la Unión Soviética y permanece allí de julio a septiembre, convirtiéndose en el primer reportero occidental que realiza fotos en el país desde el comienzo de la guerra fría. Fotografía la vida cotidiana de los rusos en la calle, en el campo, en las escuelas, en las fábricas, en los espectáculos de masas, etc. Quiere mostrar que son personas como los demás, alejándose de los estereotipos que difunde la propaganda anticomunista.
A comienzos de 1963, cuando Castro lleva solo 4 años en el poder y justo después de la crisis de los misiles, viaja a Cuba por encargo de Life. Sus fotos muestran la vida cotidiana de sus habitantes y la sensualidad de las cubanas.
Retrata las manifestaciones y las revueltas que se viven en París y otras ciudades francesas durante el Mayo del 68.
Durante todos estos años de frenética actividad profesional como fotoperiodista se revela como un agudo observador de la realidad y realiza cientos de fotografías que no guardan relación con los encargos que recibe. Estas fotos, que responden a motivaciones estrictamente personales, abarcan temáticas muy diversas y le permiten explorar la relación de las personas con las máquinas, su actitud frente al consumismo, etc.


Habitantes de Shangai se agolpan a la entrada de un banco para cambiar sus billetes por oro


En Moscú


En Camagüey