jueves, 16 de enero de 2014

Compostela y Prisciliano

Los peregrinos a Compostela (denominada Jakobsland o Tierra de Santiago en cartas geográficas alemanas hechas en la Edad Media) hicieron durante siglos la ruta jacobea para venerar lo que supuestamente eran los restos mortales del apóstol Santiago el Mayor.

Pero hubo ya quien advirtió de que la leyenda según la cual el cuerpo de Santiago llegó a Galicia en una barca era sólo eso, una leyenda.
E inmediatamente nos surge la duda. ¿De quién son entonces los restos guardados en la que conocemos como la Tumba del Apóstol? Todo parece apuntar a que podrían ser los restos de Prisciliano, como ya sugería Unamuno en dos artículos escritos hace algo más de un siglo, en agosto y en octubre de 1912, recogidos posteriormente en su libro de viajes Andanzas y visiones españolas.


Prisciliano


El tal Prisciliano, recordemos, fue un gallego que allá por el siglo IV llegó a obispo de Ávila y elaboró una doctrina propia, conocida como priscilianismo, que fusionaba elementos procedentes del paganismo galaico, de base céltica, con otros pertenecientes a la doctrina cristiana oficial. O sea, que hizo una especie de refrito entre una cosa y otra, tratando con ello de cristianizar más fácilmente a su pueblo para que abrazara la fe verdadera. Pero la jugada no le salió bien, pues la ortodoxia católica no aprobó, como es lógico, sus teorías y lo acusó de maniqueismo y lo declaró un hereje. Acabaría siendo condenado a muerte, en sentencia firmada por el emperador Teodosio, y decapitado en Tréveris (hoy la ciudad alemana de Trier). Parece que su cuerpo fue repatriado a su Galicia natal, convirtiéndose su tumba en lugar de peregrinación al que acudían muchas gentes que le seguían y le veneraban.



Pero a la ortodoxia tampoco le sentaba nada bien que las gentes acudieran en masa a venerar a alguien que para ellos era un hereje y, al cabo de los siglos, a alguien se le ocurrió inventar una historia y darle publicidad, la leyenda de llegada en barca a Compostela del cuerpo de Santiago el Mayor. Si no en su invención, al menos en su difusión pudo tener mucho que ver Gelmírez, el primer arzobispo compostelano, que vivió a caballo entre los siglos XI y XII y que fue también el impulsor de la construcción de la catedral compostelana.
A Gelmírez la jugada sí que le salió bien, pues pronto la ruta compostelana se internacionalizó, atrayendo incluso a peregrinos franceses, alemanes o centroeuropeos. En fin, podríamos decir que la labor de Gelmírez como promotor turístico no tuvo precio y la memoria de Prisciliano o de quien fuera el enterrado allí quedó rápidamente borrada.


La catedral compostelana


Lo que decía Unamuno

Reproducimos aquí un par de fragmentos entresacados del libro de viajes de Unamuno antes mencionado, en los que su autor nos habla de la cuestión compostelana o priscilianista, según se mire:
El sepulcro de Galicia acaso sea el de Prisciliano, el gnóstico gallego, obispo de Ávila, que en el siglo IV mezcló el paganismo galaico con las doctrinas cristianas. Así, bautizando las supersticiones célticas, trató de cristianizar a su pueblo. Fue decapitado en Tréveris, parece que su cuerpo fue traído a Galicia, su patria, y acaso su sepulcro fue lugar de piadosas romerías. ¿No se aprovecharía esto más tarde, y así como él bautizó las supersticiones célticas, se trató acaso de hacer ortodoxas esas romerías con una leyenda nueva? Porque un hombre moderno, de espíritu crítico, no puede admitir, por católico que sea, que el cuerpo de Santiago el Mayor esté en Compostela. ¿Qué cuerpo es, pues, el que allí se venera y cómo y por qué se inició ese culto?
El paganismo, que en ninguna parte murió, sino que se hizo bautizar cristianándose más o menos, late aquí más vivo que en otras regiones españolas, tal vez porque el antepasado del gallego, un celta, tenía una mitología naturalista de que carecía el beduino, abuelo del castellano, el ibero recio. Todo el fondo pagano del pueblo gallego levantó cabeza en el gnosticismo de Prisciliano, el hereje galaico -el único gran hereje español de los primeros siglos cristianos-, gnosticismo que duró unos tres siglos, si es que del todo ha muerto. Este Prisciliano, cuyas obras se encontraron no ha mucho, ha de darnos con el tiempo la clave de no pocos problemas que suscita el estudio del alma galaica. Y de Prisciliano puede decirse que aún no ha muerto, y quién sabe si su sepultura, disfrazada por la ortodoxia, no sigue siendo lugar de atracción de peregrinos.
En el espacio La Luz y el Misterio de las Catedrales, producido por RTVE, podemos conocer, de la mano de Peridis, algunos de los entresijos de la Catedral de Santiago de Compostela:



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