Se nos ha ido Juan Gelman, el escritor argentino, y ayer, en RNE, escuché al bueno de Joaquín Araújo dedicarle unas hermosas palabras que me he permitido reproducir en el título de esta entrada y que dejo a continuación:
Juan Gelman ya es solo sus palabras pero nos abrazaremos a ellas siempre que podamos.
Unas pinceladas sueltas sobre la vida y la lucha del escritor
El poeta y periodista bonaerense recibió a lo largo de su vida numerosos premios literarios, entre ellos nuestro Cervantes de 2007.
Gelman se significó en todo momento por luchar activamente contra las dictaduras militares argentinas de 1966-1973 y de 1976-1983, militando en diversas organizaciones guerrilleras, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) o los Montoneros.
En 1976, cuando se encontraba fuera de Argentina denunciando públicamente ciertas violaciones de los derechos humanos cometidas por el gobierno de Isabel Perón (1974-1976), se produjo el brutal golpe militar de que le obligó a exiliarse, residiendo desde entonces alternativamente en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México. Durante todo este tiempo trabajaría como traductor para la Unesco.
La sangrienta dictadura militar surgida en Argentina impondría un régimen de terrorismo de estado que causó la desaparición de 30.000 personas.
Las gestiones de Gelman contribuirían a que el mismo año del golpe se produjera la primera condena internacional a la dictadura argentina, respaldada por varios jefes de gobierno y de oposición europeos (como François Mitterrand y Olof Palme).
Gelman sufrió en sus carnes la represión de la dictadura militar. En agosto de 1976 fueron secuestrados su hijo Marcelo Ariel (20 años) y su nuera María Claudia Iruretagoyena (19 años), quien se encontraba embarazada de siete meses. Su hijo y su nuera desaparecieron. A través de la iglesia católica supo que su nuera dio a luz en su cautiverio, sin saber exactamente dónde lo hizo ni el sexo del recién nacido.
En diciembre de 1983 Argentina tuvo nuevamente un gobierno democrático, presidido por Raúl Alfonsín. Pero continuaron abiertas en Argentina una serie de causas judiciales en las que se investigaban supuestos homicidios y otros delitos imputados a la organización guerrillera de los Montoneros. Gelman continuó por ello en situación de busca y captura, no pudiendo regresar a su país, lo que ocasionó protestas de escritores de todo el mundo, entre ellos Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos, Juan Carlos Onetti, Alberto Moravia, Mario Vargas Llosa, Eduardo Galeano, Octavio Paz, etc. A comienzos de 1988 la justicia dejó sin efecto la orden de captura y Gelman volvió al país en junio, tras trece años de ausencia, pero finalmente decidiría radicarse en México.
En octubre de 1989 Gelman fue indultado por el presidente Carlos Menem, junto a otros 64 exintegrantes de organizaciones guerrilleras, pero rechazó la medida y protestó públicamente contra ella a través de una nota publicada en prensa: Me están canjeando por los secuestradores de mis hijos y de otros miles de muchachos que ahora son mis hijos.
En enero de 1990 un equipo de forenses identificó los restos de su hijo Marcelo, encontrados en un río de San Fernando (Gran Buenos Aires), dentro de un tambor de grasa lleno de cemento. Se determinó que había sido asesinado de un tiro en la nuca.
En 1998 Gelman descubrió que su nuera había sido trasladada tras su secuestro por los militares a Uruguay, en el marco del Plan Cóndor (que vinculaba a las dictaduras sudamericanas y a los Estados Unidos) y que había sido mantenida con vida al menos hasta dar a luz a una niña en el Hospital Militar de Montevideo. Solo entonces supo Gelman del sexo de su nieta. A raíz de ello, exigió la colaboración de los estados argentino y uruguayo en la investigación, con el fin de hallar a su nieta. Gelman topó con la oposición a investigar de Julio María Sanguinetti, presidente de Uruguay, con quien entabló un debate público, en el recibió el apoyo público de destacados intelectuales y artistas como Günter Grass, Joan Manuel Serrat, Darío Fo, José Saramago o Fito Páez.
En 2000, al mes de asumir su cargo el nuevo presidente de Uruguay, Jorge Batlle, la nieta de Gelman, de nombre Andrea, fue encontrada y Gelman pudo reunirse con ella (a partir de entonces se referirá a ella como Andreíta en varios poemas).
Gelman siguió luchando hasta el final, aunque infructuosamente, por encontrar los restos de su nuera María Claudia Iruretagoyena.
Gelman se significó en todo momento por luchar activamente contra las dictaduras militares argentinas de 1966-1973 y de 1976-1983, militando en diversas organizaciones guerrilleras, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) o los Montoneros.
En 1976, cuando se encontraba fuera de Argentina denunciando públicamente ciertas violaciones de los derechos humanos cometidas por el gobierno de Isabel Perón (1974-1976), se produjo el brutal golpe militar de que le obligó a exiliarse, residiendo desde entonces alternativamente en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México. Durante todo este tiempo trabajaría como traductor para la Unesco.
La sangrienta dictadura militar surgida en Argentina impondría un régimen de terrorismo de estado que causó la desaparición de 30.000 personas.
Las gestiones de Gelman contribuirían a que el mismo año del golpe se produjera la primera condena internacional a la dictadura argentina, respaldada por varios jefes de gobierno y de oposición europeos (como François Mitterrand y Olof Palme).
Gelman sufrió en sus carnes la represión de la dictadura militar. En agosto de 1976 fueron secuestrados su hijo Marcelo Ariel (20 años) y su nuera María Claudia Iruretagoyena (19 años), quien se encontraba embarazada de siete meses. Su hijo y su nuera desaparecieron. A través de la iglesia católica supo que su nuera dio a luz en su cautiverio, sin saber exactamente dónde lo hizo ni el sexo del recién nacido.
En diciembre de 1983 Argentina tuvo nuevamente un gobierno democrático, presidido por Raúl Alfonsín. Pero continuaron abiertas en Argentina una serie de causas judiciales en las que se investigaban supuestos homicidios y otros delitos imputados a la organización guerrillera de los Montoneros. Gelman continuó por ello en situación de busca y captura, no pudiendo regresar a su país, lo que ocasionó protestas de escritores de todo el mundo, entre ellos Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos, Juan Carlos Onetti, Alberto Moravia, Mario Vargas Llosa, Eduardo Galeano, Octavio Paz, etc. A comienzos de 1988 la justicia dejó sin efecto la orden de captura y Gelman volvió al país en junio, tras trece años de ausencia, pero finalmente decidiría radicarse en México.
En octubre de 1989 Gelman fue indultado por el presidente Carlos Menem, junto a otros 64 exintegrantes de organizaciones guerrilleras, pero rechazó la medida y protestó públicamente contra ella a través de una nota publicada en prensa: Me están canjeando por los secuestradores de mis hijos y de otros miles de muchachos que ahora son mis hijos.
En enero de 1990 un equipo de forenses identificó los restos de su hijo Marcelo, encontrados en un río de San Fernando (Gran Buenos Aires), dentro de un tambor de grasa lleno de cemento. Se determinó que había sido asesinado de un tiro en la nuca.
En 1998 Gelman descubrió que su nuera había sido trasladada tras su secuestro por los militares a Uruguay, en el marco del Plan Cóndor (que vinculaba a las dictaduras sudamericanas y a los Estados Unidos) y que había sido mantenida con vida al menos hasta dar a luz a una niña en el Hospital Militar de Montevideo. Solo entonces supo Gelman del sexo de su nieta. A raíz de ello, exigió la colaboración de los estados argentino y uruguayo en la investigación, con el fin de hallar a su nieta. Gelman topó con la oposición a investigar de Julio María Sanguinetti, presidente de Uruguay, con quien entabló un debate público, en el recibió el apoyo público de destacados intelectuales y artistas como Günter Grass, Joan Manuel Serrat, Darío Fo, José Saramago o Fito Páez.
En 2000, al mes de asumir su cargo el nuevo presidente de Uruguay, Jorge Batlle, la nieta de Gelman, de nombre Andrea, fue encontrada y Gelman pudo reunirse con ella (a partir de entonces se referirá a ella como Andreíta en varios poemas).
Gelman siguió luchando hasta el final, aunque infructuosamente, por encontrar los restos de su nuera María Claudia Iruretagoyena.
Carta abierta a mi nieto
En 1995 Gelman escribió la titulada Carta abierta a mi nieto, cuando todavía desconocía cuál era el sexo de su nieto, que luego resultaría ser nieta, la tal Andreíta. Dejo aquí un fragmento de esta carta que resulta enormemente conmovedor:
Me resulta muy extraño hablarte de mis hijos como tus padres que no fueron. No sé si sos varón o mujer. Sé que naciste...
Ahora tenés casi la edad de tus padres cuando los mataron y pronto serás mayor que ellos. Ellos se quedaron en los 20 años para siempre. Soñaban mucho con vos y con un mundo más habitable para vos. Me gustaría hablarte de ellos y que me hables de vos. Para reconocer en vos a mi hijo y para que reconozcas en mí lo que de tu padre tengo: los dos somos huérfanos de él. Para reparar de algún modo ese corte brutal o silencio que en la carne de la familia perpetró la dictadura militar. Para darte tu historia, no para apartarte de lo que no te quieras apartar. Ya sos grande, dije.
Ahora tenés casi la edad de tus padres cuando los mataron y pronto serás mayor que ellos. Ellos se quedaron en los 20 años para siempre. Soñaban mucho con vos y con un mundo más habitable para vos. Me gustaría hablarte de ellos y que me hables de vos. Para reconocer en vos a mi hijo y para que reconozcas en mí lo que de tu padre tengo: los dos somos huérfanos de él. Para reparar de algún modo ese corte brutal o silencio que en la carne de la familia perpetró la dictadura militar. Para darte tu historia, no para apartarte de lo que no te quieras apartar. Ya sos grande, dije.
Enlaces
La bitácora de Juan Gelman
La bitácora de Juan Gelman
Entrevista a Juan Gelman en el diario El Mundo (septiembre de 2004)
Al menos murió conociendo a su nieta. No todos en la actual Argentina pueden decir lo mismo. Estos días por las redes se ha escrito mucho sobre lo que dijo en vida, a mi me gusta esta frase: "La palabra es una herramienta de lucha." Algo que se ha repetido hasta la saciedad, pero que nunca está de más recordar, más teniendo en cuenta estos tiempos que nos zarandean.
ResponderEliminarRealmente, me ha conmovido...
ResponderEliminarEs una lástima que vayan quedando cada vez menos como él.
Quizás sea sólo una impresión propia, pero no puedo evitar preguntarme: ¿es este espíritu de lucha, crítico y comprometido a nivel práctico, sólo un rasgo característico de una generación pasada que hace que a día de hoy no existan espíritus renovados y, por ende, nuevos personajes socialmente comprometidos; o es condición necesaria que se desarrollen en coyunturas de injusticia superlativa?
Gracias, Albert y también a Marga por la buena acogida al recién nacido que es este blog.
EliminarLa reflexión que hace Albert ahí queda. No hay duda de que el aletargamiento general es un aliado muy poderoso de la injusticia.