La orquesta Pink Martini hace una música que puede parecer anacrónica, a medio camino entre Hollywood, el cabaret, la canción demodé, los clubes de jazz y las orquestas de música cubana. Tocan temas originales y clásicos en casi cualquier idioma y son tenidos por embajadores de la multiculturalidad y la tolerancia. Una música genuinamente comprometida con los derechos sociales, la defensa de las minorías o la redistribución de la riqueza. Sus músicos, que presentan una estética a la vieja usanza, se sitúan inequívocamente a la izquierda del partido demócrata.
El tema que hace años les dio a conocer, Sympathique, cuya letra se inspira en algunos versos del poeta francés Guillaume Apollinaire, padre del surrealismo, presenta un estribillo en francés, Je ne veux pas travailler (No quiero trabajar), que fue todo un éxito en Francia.
Pink Martini lanzó el año pasado un nuevo álbum, Get happy, el quinto de su carrera, con canciones en inglés, francés, castellano, japonés, alemán, turco, rumano, chino y farsi, una lengua que se habla en Irán.
Otros álbumes suyos son Hang on little tomato (2004) y Hey Eugène (2007).
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