Malala Yousafzai, la joven pakistaní a la que los talibanes intentaron asesinar por reclamar el derecho a la educación para las niñas de su país, ha recibido a los 16 años el Premio Sájarov para la Libertad de Conciencia, que concede el Parlamento Europeo.
Malala nació y vivió en su infancia en Mingora, en el valle de Swat, que está situado al noroeste de Pakistán, casi en la frontera con Afganistán, próximo a las montañas de Hindu Kush. Antaño a Swat se le llamaba Uddyana, que significa jardín; hoy se le conoce como la Suiza de Oriente por sus montañas, cascadas y lagos de aguas limpias.
Malala y su familia son pashtunes, un pueblo o comunidad formada por distintas tribus repartidas entre Pakistán y Afganistán. Se calcula que los pashtunes son unos 40 millones, de los que 10 millones viven fuera de su tierra.
Su padre, maestro, era y es un hombre comprometido con la causa de la educación, que en su región participó en la puesta en marcha de varias escuelas mixtas, pese al feroz rechazo que estos proyectos generaban entre los sectores más integristas. A su hija le puso el nombre de Malala en memoria de Malalai de Maiwand, la mayor heroína de Afganistán e hija de un pastor de Maiwand, un pueblo al oeste de Kandahar, la ciudad afgana en la que residía Osama bin Laden, líder de Al Qaeda, cuando se produjo el atentado de las Torres Gemelas. En 1880 esta heroína exhortó al ejército afgano a derrotar a las tropas británicas de ocupación y aunque murió bajo el fuego en la batalla de Maiwand, los suyos alcanzaron la victoria.
Malala y su familia son pashtunes, un pueblo o comunidad formada por distintas tribus repartidas entre Pakistán y Afganistán. Se calcula que los pashtunes son unos 40 millones, de los que 10 millones viven fuera de su tierra.
Su padre, maestro, era y es un hombre comprometido con la causa de la educación, que en su región participó en la puesta en marcha de varias escuelas mixtas, pese al feroz rechazo que estos proyectos generaban entre los sectores más integristas. A su hija le puso el nombre de Malala en memoria de Malalai de Maiwand, la mayor heroína de Afganistán e hija de un pastor de Maiwand, un pueblo al oeste de Kandahar, la ciudad afgana en la que residía Osama bin Laden, líder de Al Qaeda, cuando se produjo el atentado de las Torres Gemelas. En 1880 esta heroína exhortó al ejército afgano a derrotar a las tropas británicas de ocupación y aunque murió bajo el fuego en la batalla de Maiwand, los suyos alcanzaron la victoria.
En Mingora, donde la gente habla urdú, fue Malala a la escuela, pero en 2008, cuando solo tenía 10 años se produjo una sangrienta revuelta encabezada por los talibanes, que golpearon y asesinaron a muchas personas e instauraron durante dos años un régimen de terror, quemando televisores en grandes hogueras, destruyendo escuelas y prohibiendo a la gente hacer música o cantar y a niñas y mujeres acceder a la educación. Eran muchos los contrarios a este régimen bárbaro y a sus medidas, pero pocos se atrevieron a alzar la voz. El temor a sufrir represalias era grande.
Entre los valientes que se enfrentaron a la represión de los talibanes estaba la pequeña Malala. Pese a los insultos y a las amenazas que a veces recibía, siguió yendo a la escuela. No quiso renunciar a su derecho a ser escolarizada, el mismo derecho que se reconoce a los niños varones de su edad. Con solo 11 años y a propuesta de Abdul Hai Kakar, un amigo de su padre que trabajaba en Pesháwar como corresponsal de la cadena, comenzó a escribir un blog en urdú para la BBC con el firme propósito de denunciar la situación que se vivía en su región bajo el régimen de los talibanes y defender el derecho de las niñas pakistanís a asistir a la escuela y a recibir una educación. Por medio de este blog, firmado con el seudónimo de Gul Makai, el nombre de la heroína de una popular leyenda pakistaní, se dio a conocer y fue The New York Times el primer medio que en 2009 le dedicó un reportaje, el documental titulado Class Dismissed.
En octubre de 2012 Malala, con solo 15 años, sobrevivió a un atentado. Volviendo de la escuela a casa en autobús, un chico de unos 20 años le disparó un tiro a la cabeza. El ataque fue reivindicado por los talibanes y Malala se recuperó de él en un hospital de Birmingham.
En una entrevista a The Guardian y preguntada por el chico que intentó matarla, asegura no sentir rencor hacia él y añade: Es duro matar. Puede que por ello su mano temblara.
Este año pasado, restablecida ya de la brutal agresión ha escrito, en colaboración con la periodista Christina Lamb, Yo soy Malala, una temprana autobiografía que en España ha publicado Alianza Editorial. A poco de su publicación, las presiones de las autoridades civiles y policiales impedieron la presentación del libro en la universidad de Pesháwar, ciudad próxima a Mingora.
No cabe duda de que las autoridades le tienen miedo a Malala. Miedo de su mirada franca, firme, limpia y profunda. Tienen ante sí a un formidable enemigo, que dispone de armas muy poderosas: la palabra e indiscutiblemente la razón.
Impresionan y conmueven hondamente esa valentía y esa determinación a la hora de defender sus convicciones. Franqueza, integridad, altruismo son elogios que se repiten al hablar de Malala.
Malala es mi héroe ha escrito Muñoz Molina recientemente en su blog. Rosa Montero, que la ha entrevistado, y Fernando Savater también han manifestado sentir admiración por Malala. Y quién no.
Algunas citas de Malala
Hay que morir alguna vez en la vida.
(recordando el atentado sufrido)
Un maestro, un libro, un bolígrafo, un aula, pueden cambiar el mundo. En lo que a mí respecta, me cambiaron la vida.
(recordando el atentado sufrido)
Un maestro, un libro, un bolígrafo, un aula, pueden cambiar el mundo. En lo que a mí respecta, me cambiaron la vida.
(ante la Asamblea General de la ONU)
No hablo en nombre de los niños que quieren otro smartphone o una videoconsola, sino en el de los que piden un maestro, una pluma y un libro.
(en el Parlamento Europeo, al recoger el Premio Sájarov 2013)
Un país no es más fuerte por el número de soldados que tiene, sino por su índice de alfabetismo.
(en el mismo discurso ante el Parlamento Europeo)
Un país no es más fuerte por el número de soldados que tiene, sino por su índice de alfabetismo.
(en el mismo discurso ante el Parlamento Europeo)
Es una organización sin ánimo de lucro que apuesta por el acceso universal a la educación, por el empoderamiento de las niñas y por los programas de gestión comunitaria.
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